
En dicha isla Napoleón Bonaparte terminó por suprimir casi en absoluto sus paseos al aire libre y recluirse en sus habitaciones, donde se consagró a dictar sus memorias, hacer gimnasia, ejercitarse en el billar y, sobre todo, a jugar casi diariamente al ajedrez con el mariscal Bertrand y con algunas otras personas de su intimidad.
Según cuenta el capitán Lacy, que formaba parte del personal designado por el Gobierno inglés para custodiarle, Napoleón era muy fuerte al ajedrez, no gustándole el juego defensivo. Así, en cuanto lograba establecer un ataque cualquiera, lo impulsaba vigorosamente, y no vacilaba en sostenerlo con el sacrificio de piezas y peones, en la esperanza de encontrar una combinación brillante que decidiese la partida a su favor. Napoleón ponía gran amor propio en sus combates de ajedrez, aun luchando con señoras, de hecho, en marzo de 1817 jugando con lady Malcom, perdió la primera partida sin poder reprimir un gesto de despecho; inmediatamente que se puso a colocar de nuevo las piezas, mientras invitaba a su gentil enemiga a darle la revancha, que, por cierto, esta vez ganó.

Napoleón – Mariscal Bertrand, Gambito Escocés.
1. e4, e5; 2. Cf3, Cc6; 3. d4, Cxd4; 4. Cxd4, exd4; 5. Ac4, Ac5; 6. c3, De7; 7. O-O, De5; 8. f4, dxc3+; 9. Rh1, cxb2; 10. Axf7+, Rd8; 11. fxe5, bxa1=D; 12. Axg8, Ae7; 13. Db3, a5; (mejor era 13... Dxe5; 14. Ab2, Dg5) Aqui Napoleón anunció mate en cinco jugadas, 14. Tf8+, Axf8; 15. Ag5+, Ae7; 16. Axe7+, Rxe7; 17. Df7+, Rd8; 18. Df8++
Fuente: El libro Temas de Ajedrez de Manuel Golmayo.
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